jueves, 5 de julio de 2007

Adán y el hada (o la balada del amor incomprendido)

Vivía Adán una realidad que no compartía
Cada día un reclamo
Cada despertar una molestia
Adán preguntábase por su existencia
Vivía soñando mejores momentos
Comenzó por desear tener
Poseer objetos bellos, caros
Adán quiso tener estatus
Adán pretendía ser alguien luciendo lo que no tenía
Lo que el destino para él no quería

Tanto se lamentó Adán
Que el destino le liberó de su pesar
Volando, danzando por el cielo
Una hermosa hada hacia él se dirigió
Adán atónito quedó
Ante la belleza del hada,
Ante la presencia de su vuelo celeste
Comprendió su deseo:
Nada más que ella le bastaba para la felicidad alcanzar

Prestóse entonces el hada
A cumplir los sueños de Adán
Ante el silencio del mismo
Ante la torpeza del mismo
El hada comenzó por ofrecer
Regalos que colmaron a Adán
Ofrendas que siempre soñó
Ante él desfilaban
Pero ni una sola sonrisa desde él nació

El hada dudó del destino
Ensimismada en su belleza mágica
Prohibido tenía el saber del amor
En los ojos de Adán
Nada más que un brillo dulce distinguía…
Por no perderla para siempre
Adán comenzó a soñar
Y ella a conceder
Llegado cada amanecer
El hada de luz se hacía
Invisible para el mundo que la escondía
Adán la lloraba
Lloraba por el destino triste
Que le regaló otra mala jugada…

Así los días de Adán
Así el hada de otro amor
Hasta los días de hoy se le ve estar
Una mano en la frente al pensar
Un codo en la ventana al observar
Una lágrima seca caer
Y desde el cielo descender
Cada noche un hada celeste
Como una estrella fugaz
Para un deseo conceder
En el silencio de la incomprensión
En el vacío de la magia que el destino a Adán le regaló

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